30 jul 2013

Musa



Para llamarla, cuatro letras. Pero no tiene nombre. Cuatro letras, exhalando el aire con lentitud. Vaciando los pulmones en un mar de placer. Sin prisa. Musa. 


La evoco y mi lengua baila, se tuerce en sensuales posiciones.  Se humedece en cálida testosterona. La sinhueso, erecta. Imagina abrir sus labios, que no son rubí, ni pétalos perfumados. Son la puerta del infierno. Su textura se deforma sobre mi piel, la atrapa. El deseo mata la curiosidad. Dentro, gélidos y níveos carámbanos cuelgan y emergen al mismo tiempo. Nada de perlas. La miro.


Y veo lo que espero encontrar. No hallo luceros, sólo dos pozos sin fondo. Una pareja de profundos azabaches. Hermosos. Me estremezco. Negrura hipnótica. La realidad desaparece y se concentra en la oscuridad de sus sibilinos ojos.


Tampoco unas alas de cisne me rodean a la altura de la cintura. Son sierpes. Extremidades flexibles, como los cabellos de medusa. Los brazos de mi musa.


Mientras tanto, en mis entrañas, no vuelan mariposas. Allí roen las termitas. Una legión de ellas me come por dentro. Todo mi cuerpo se consume entre las llamas de la excitación. El suyo, gasolina para apagar un cóctel molotov.


Acaricio sus senos. No me parecen tampoco frutos. Son escarpadas montañas. En sus frías cumbres falta el aire, se siente el vértigo. Mal de altura, cuando mi cabeza descansa sobre su pecho desnudo.


Mis dedos caminan hasta las lejanas tierras del Monte de Venus. La tierra prometida, el lago de dulce néctar, no existe. Es una cascada de ácida bilis, nacida en lo más profundo de su ser. Venenosa, embota mis sentidos, me paraliza, dilata mis pupilas, los poros de mi piel, mis labios… 


Así la llamo. Musa…

16 jul 2013

Epicureismo



Epicuro fue un filósofo griego, concretamente de la isla de Samos.
Fundó una escuela filosófica llamada “Escuela del Jardín” en el 306 a. n. e. Una de sus principales y más llamativas virtudes era que permitía el acceso a mujeres, y éstas participaban en la escuela igual que los hombres. La escuela tenía como pilar fundamental la amistad.
-“Debemos buscar a alguien con quien comer y beber antes de buscar algo que comer y beber, pues comer solo es llevar la vida de un león o un lobo.”

El objetivo del pensamiento epicúreo es acabar con aquellos elementos que nos impiden la felicidad. En resumidas cuentas, alcanzar la felicidad. Todas las filosofías helénicas surgidas después de la muerte de Alejandro Magno (323 a. n. e.) tenían la búsqueda de la felicidad como objetivo último. Y el objetivo último de cualquier escuela o teoría filosófica responde a unas necesidades. Uno hace comida si tiene hambre, pero no hará esculturas de mármol para llenarse el vientre. En filosofía, igual. El mundo que había dejado Alejandro Magno se hundía y los que vivían en esa época se encontraban con que todo estaba en constante cambio. Así pues, las filosofías helénicas son de un carácter más ético y se preocupan en mayor medida por cómo ha de vivir uno para ser feliz.

La felicidad para Epicuro de Samos está en el placer. Pero no era Epicuro alguien que gustara de orgías desenfrenadas y violaciones al ganado del vecino. Al contrario. Epicuro veía que el placer era un método para conseguir la Ataraxia, un estado de imperturbabilidad. Podría casi decirse que Epicuro era un puritano. Epicuro rechazaba abiertamente cualquier exceso.
-“El placer es el bien primero. Es el comienzo de toda preferencia y de toda aversión. Es la ausencia del dolor en el cuerpo y la inquietud en el alma.”

Muy parecido al “nirvana”. Evidentemente, al hablar de imperturbabilidad, la cosa cambia. Uno no puede estar imperturbable si antes se ha pegado un atracón de higos.
-“Una conducta desordenada se parece a un torrente invernal de corta duración.”

De este modo, para Epicuro será placentero todo aquello que no nos vaya a producir dolor después. O todo aquello que nos vaya a producir mayor placer en sus consecuencias, como ir al dentista a que nos extraiga una muela que nos duele, o ir al médico a que nos cure una herida abierta. Echar alcohol en una herida duele, pero duele menos que una infección.

Añadir que Epicuro hace distinción entre placeres necesarios o innecesarios, y naturales o no naturales. Existen los innecesarios y no naturales, que traerían pésimas consecuencias, como la fama, el poder político, etc.; los innecesarios y naturales, como el sexo, pero que llevarlos a la práctica no nos traería malas consecuencias (como todo, en su medida) y no llevarlos a la práctica tampoco nos provocaría dolor; y, por último, lo más natural y necesario (comer, beber), que no se pueden ignorar o las consecuencias serán peores.
-“¿Quieres ser rico? Pues no te afanes en aumentar tus bienes, sino en disminuir tu codicia.”

Una vez resumido brevísimamente el pensamiento epicúreo, expongo aquí una receta. Medicina para el alma. El Tetrafarmakon. O tetrafármaco. Una medicina que cura cuatro dolencias, o cuatro miedos diferentes. Empezamos:

* Miedo a los dioses. Para Epicuro los dioses eran seres demasiado alejados de nosotros, los humanos, y no se preocupaban por nuestras vicisitudes, por lo que no tenía sentido temerles. Por el contrario, deberían ser un modelo de virtud y de excelencia a imitar, pues según el filósofo los dioses vivían en armonía mutua, manteniendo entre ellos relaciones de amistad.
-“¿Dioses? Tal vez los haya. Ni lo afirmo ni lo niego, porque no lo sé ni tengo medios para saberlo. Pero sé, porque esto me lo enseña diariamente la vida, que si existen ni se ocupan ni se preocupan de nosotros.”

* Miedo a la Muerte. Epicuro defiende mediante un razonamiento lógico que mientras nosotros vivimos la muerte no ha llegado y cuando llegó ya no vivimos. Para él la muerte es sencillamente la pérdida de la capacidad de sentir. Por esto se deduce que probablemente no creyera en una vida después de la muerte.
-“La muerte es una quimera: porque mientras yo existo, no existe la muerte; y cuando existe la muerte, ya no existo yo.”

* Miedo al dolor físico. Se trata de un miedo infundado, ya que todo dolor es en realidad fácilmente soportable. Si se trata de un dolor intenso su duración será breve sin duda, mientras que si el dolor es prolongado, su intensidad será leve y podrá ser fácilmente sobrellevado. Así lo ve Epicuro de Samos.

* Miedo al fracaso en la búsqueda del bien y la felicidad en la vida. Este miedo está relacionado con el ideal de autonomía del sabio epicúreo. Quien considera que la felicidad depende de factores externos equivoca su juicio y se somete a cosas que están fuera de su control, como la opinión de los demás, las recompensas externas, etc. La felicidad está en uno mismo. Por el contrario, gozando de la autonomía propia del sabio, es posible para cada uno lograr un estado de ánimo equilibrado y gozoso con muy pocos medios.
-"El hombre es rico desde que ha familiarizado con la escasez."